Lucho

Tu tiempo es mi tiempo

Mi tiempo es tu tiempo
mis manos desiertas son tuyas
sembradas de luz

mil hojas de otoño
obstruyen tus puertas
y queda llorando mi voz
la vida se escapa
y no puedo atarte
la brisa te busca
y tú ya no estás

mi canto te brindo
mi canto y mis versos
permite que lleguen a ti

me miro en tus ojos
y veo ternura
qué ganas de amarte
y tú ya no estás
a pesar que tu tiempo
es mi tiempo
tus manos desiertas son mías
sembradas de luz

lo nuestro es tan dulce
y lleno de vida
si todo lo olvidas la vida se irá.

Por eso no me pidas un amor abstracto, de teleserie,
que es todopoderoso,
un amor de religión que no cambia
con los acontecimientos,
cuando el amor sólo es la teoría
de una práctica
erótico-emocional-social-cultural-económico-ideológico-política;
y es también la práctica de una teoría
erótico-emocional-social-cultural-ideológico-político-económica.

Es condicionado, en el sentido de que nace y vive de las
condiciones
y en el sentido de que crea y mata condiciones.
Por eso alabo un amor revolucionario, un amor sin moldes,
sin imágenes, sólo con principios y verdades.

Alabo el amor
que se transforma con la vida, que sangra con la tortura
y nace con la subversión armada.

Alabo el amor que lo anima
un poema y lo abate la publicidad.

Alabo el amor de pareja
que lo deshoja el otoño y lo florece el verano.

Alabo el amor
solidario y el amor que se pudre en la nada.

Un amor quieto, sin contradicciones, sin angustia, sin rencor,
sin compromiso, es nada,
nada que valga la pena mantener,
a menos que querramos enajenarnos más.

O si somos ateos
crear un dios,
y si somos religiosos
ser politeístas.